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La aspergilosis es una enfermedad infecciosa causada por el hongo. Aspergillus fumigatus, que está presente en varios ambientes, como suelo, pantas, material en descomposición y obras, por ejemplo. De esta forma, las personas están en contacto frecuente con el hongo, pero no todas desarrollan la enfermedad.
La aspergilosis ocurre con mayor frecuencia en personas que tienen un sistema inmunológico comprometido por enfermedades, como el VIH y el lupus, por ejemplo, o debido a trasplantes de órganos o al uso de medicamentos que disminuyen la actividad del sistema inmunológico, como corticosteroides, quimioterapia o inmunosupresores.
La principal vía de infección del Aspergilo es por inhalación, lo que permite que permanezca en los pulmones y provoque la aparición de síntomas como tos, dificultad para respirar y fiebre, que pueden empeorar rápidamente y afectar a otras partes del cuerpo, como el cerebro, el corazón o los riñones, especialmente cuando se trata con antifúngicos no se inicia.
Síntomas principales
Después de inhalar las esporas del Aspergillus fumigatus, el hongo puede colonizar el tracto respiratorio y permanecer en el cuerpo sin síntomas. Sin embargo, en personas con un sistema inmunológico comprometido, los síntomas pueden aparecer según el sitio afectado y la gravedad de la infección, y puede haber:
1. Reacción alérgica
Ocurre principalmente en personas con antecedentes de enfermedades pulmonares crónicas, como asma o fibrosis quística e incluye signos como:
- Fiebre superior a 38ºC;
- Tos con sangre o flema;
- Sensación de falta de aire
- Secreción nasal y dificultad para oler.
Este es el tipo de reacción menos grave y, en la mayoría de los casos, incluso se puede tratar con medicamentos que ya se usaban para los ataques de asma, por ejemplo. Sin embargo, si los síntomas empeoran es muy importante acudir al hospital.
2. Aspergilosis pulmonar
Estos casos también son muy comunes, pero generalmente afectan a personas que no tienen antecedentes de enfermedad pulmonar. Los síntomas incluyen:
- Perdida de peso;
- Tos persistente;
- Tosiendo sangre;
- Cansancio excesivo;
- Sensación de falta de aire.
Si no se trata adecuadamente, la infección pulmonar puede desarrollarse y propagarse a través de la sangre, llegando a otras partes del cuerpo.
3. Aspergilosis invasiva
Es el tipo de infección más grave que ocurre cuando el hongo puede multiplicarse en los pulmones y luego extenderse a través de la sangre. Los signos de este tipo de aspergilosis pueden ser:
- Fiebre superior a 38º C;
- Dolor de pecho;
- Tos persistente;
- Dolor en las articulaciones;
- Dolor de cabeza;
- Hinchazón de la cara.
Además, este hongo tiene la capacidad de ingresar a los vasos sanguíneos, diseminarse más fácilmente y promover el cierre de los vasos, lo que resulta en trombosis.
La aspergilosis invasiva es el tipo más común cuando el sistema inmunológico está muy débil y, por lo tanto, sus síntomas pueden ser difíciles de identificar, ya que se pueden interpretar como síntomas de la enfermedad que esta se basa en la disminución de las defensas del organismo.
Cómo se hace el diagnóstico
El diagnóstico de aspergilosis se puede realizar mediante el cultivo del tejido infectado, la observación del esputo a través de un microscopio o un análisis de sangre con serología que detecta anticuerpos específicos contra este hongo.
cual es el tratamiento
El tratamiento para la aspergilosis generalmente comienza con la administración de medicamentos antimicóticos, como itraconazol o anfotericina B, que ayudan a eliminar el exceso de hongos del cuerpo, lo que ayuda al sistema inmunológico a controlar la infección y aliviar los síntomas.
Sin embargo, el médico también puede aconsejar el uso de corticosteroides, como Budesonida o Prednisona, para aliviar los síntomas más rápidamente y mejorar el efecto del antifúngico, especialmente en personas con síntomas muy intensos, como en las que padecen asma, por ejemplo.
En los casos más graves, de aspergilosis invasiva, en los que puede desarrollarse una masa de hongos, el médico puede recomendar una cirugía para extirpar los tejidos más afectados y facilitar el efecto de los antifúngicos.