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Después de un trasplante de hígado, la persona generalmente permanece en el hospital durante algunas semanas para que se controle y observe la reacción del cuerpo al nuevo órgano, evitando las complicaciones que puedan ocurrir. Pasado este período, la persona puede irse a casa, sin embargo, debe seguir algunas recomendaciones médicas para promover su calidad de vida, como el uso de medicamentos inmunosupresores, por ejemplo.
Tras el trasplante, la persona puede llevar una vida normal, siendo necesario seguir las indicaciones del médico, ser monitoreada periódicamente mediante consultas y exámenes médicos y tener hábitos de vida saludables.
1. En el hospital
Después del trasplante, la persona debe ser ingresada en el hospital durante aproximadamente 1 a 2 semanas para controlar la presión, la glucosa en sangre, la coagulación de la sangre, la función renal y otras que son importantes para verificar si la persona se encuentra bien y las infecciones se pueden prevenir.
Inicialmente, la persona debe permanecer en la UCI, sin embargo, desde el momento en que está estable, puede acudir a la habitación para seguir siendo monitoreada. Aún en el hospital, la persona puede realizar sesiones de fisioterapia para mejorar la capacidad respiratoria y disminuir el riesgo de complicaciones motoras como rigidez y acortamiento muscular, trombosis y otras.
2. En casa
Desde el momento en que la persona se estabiliza, no hay signos de rechazo y las pruebas se consideran normales, el médico puede dar de alta a la persona siempre que siga el tratamiento en casa.
El tratamiento a domicilio debe realizarse con el uso de fármacos inmunosupresores indicados por el médico y que actúan directamente sobre el sistema inmunológico, reduciendo el riesgo de rechazo al órgano trasplantado. Sin embargo, como consecuencia, existe un mayor riesgo de desarrollar infecciones. Por tanto, es importante que la dosis del medicamento sea la adecuada para que el organismo sea capaz de actuar frente a agentes infecciosos invasores al mismo tiempo que no se produzca el rechazo de órganos.
Algunos medicamentos que se pueden utilizar son prednisona, ciclosporina, azatioprina, globulinas y anticuerpos monoclonales, pero la dosis varía de una persona a otra porque depende de una serie de factores que deben ser evaluados por el médico como la enfermedad que motivó el trasplante, la edad, peso y otras enfermedades como problemas cardíacos y diabetes.
Además del uso de medicamentos, se recomienda que la persona tenga hábitos de vida saludables, evitando el consumo de bebidas alcohólicas y alimentos grasos, y que practique una actividad física ligera que debe ser recomendada por el profesional de educación física.
Posibles efectos secundarios de los medicamentos.
Con el uso de inmunosupresores pueden aparecer síntomas como hinchazón corporal, aumento de peso, aumento de la cantidad de vello en el cuerpo, especialmente en el rostro de las mujeres, osteoporosis, mala digestión, caída del cabello y aftas. Así, se debe observar los síntomas que aparecen y hablar con el médico para que le indique qué se puede hacer para controlar estos síntomas desagradables, sin comprometer el esquema de inmunosupresión.
Cuando está indicado el trasplante
El trasplante de hígado puede estar indicado cuando el órgano se encuentra gravemente comprometido y deja de funcionar, como puede ocurrir en caso de cirrosis, hepatitis fulminante o cáncer en este órgano, en personas de cualquier edad, incluidos los niños.
Existe una indicación de trasplante cuando los fármacos, la radioterapia o la quimioterapia no consiguen restaurar su correcto funcionamiento. En este caso, el paciente debe continuar realizando el tratamiento propuesto por el médico y realizando las pruebas necesarias hasta que aparezca un donante de hígado compatible, que se encuentre dentro del peso ideal y sin ningún problema de salud.
El trasplante puede estar indicado en caso de enfermedades agudas o crónicas, que tienen pocas posibilidades de volver a aparecer tras un trasplante, como por ejemplo:
- Cirrosis hepática;
- Enfermedades metabólicas;
- Colangitis esclerosante;
- Atresia biliar;
- Hepatitis crónica;
- Insuficiencia hepática
Algunas enfermedades que pueden no ser aptas para el trasplante son la hepatitis B porque el virus tiende a asentarse en el hígado 'nuevo', en el caso de cirrosis causada por alcoholismo porque si la persona continúa bebiendo en exceso, el órgano 'nuevo' también será dañado. Por lo tanto, el médico debe indicar cuándo se puede o no realizar el trasplante en función de la enfermedad hepática y el estado de salud general de la persona.
Cómo prepararse para el trasplante
Para prepararse para este tipo de procedimientos se debe mantener una buena dieta, evitando alimentos ricos en grasas y azúcares, dando preferencia a las verduras, frutas y carnes magras. Además, es importante informar al médico de cualquier síntoma que se presente para que pueda investigar e iniciar el tratamiento adecuado.
Cuando el médico entra en contacto, llamando a la persona para el trasplante, debe dejar de comer y beber inmediatamente, mantenerse en ayuno completo e ir al hospital indicado lo antes posible para que se realice el procedimiento.
La persona que recibirá el órgano donado deberá contar con un acompañante mayor de edad y traer todos los documentos necesarios para ser admitido a recibir el órgano. Después de la cirugía, es normal que la persona permanezca en la UCI durante al menos 10 a 14 días.