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La claustrofobia es un trastorno psicológico caracterizado por la incapacidad de la persona para permanecer durante mucho tiempo en ambientes cerrados o con poca circulación de aire, como en ascensores, trenes abarrotados o habitaciones cerradas, que puede llevar a la aparición de otros trastornos psicológicos, como la agorafobia, por ejemplo. Obtenga más información sobre la agorafobia.
Esta fobia puede dar lugar a síntomas como dificultad para respirar, sequedad de boca, aumento de la frecuencia cardíaca y sensación de miedo, que pueden ocurrir en niños, jóvenes, adultos o ancianos, independientemente de la clase social y deben tratarse con sesiones de mediación y psicoterapia.
Los síntomas de la claustrofobia.
La claustrofobia se caracteriza principalmente por la sensación de miedo, angustia y ansiedad cuando la persona se encuentra en ambientes cerrados o incómodos o incluso cuando se imagina en tal situación. Las principales claustrofobia son:
- Transpiración;
- Taquicardia;
- Boca seca;
- Miedo y angustia.
La persona cree que las paredes se mueven, el techo baja y el espacio disminuye, por ejemplo, lo que estimula la aparición de síntomas. Los síntomas de la claustrofobia también pueden conducir a una preocupación excesiva y constante relacionada con el miedo, y esta fobia puede progresar a un trastorno de ansiedad generalizada. Vea todo sobre el trastorno de ansiedad generalizada.
Tratamiento para la claustrofobia
El tratamiento para la claustrofobia se puede realizar mediante sesiones de psicoterapia que en ocasiones se pueden asociar con el uso de medicamentos ansiolíticos y antidepresivos que pueden ayudar a disminuir los síntomas de la fobia y el riesgo de desarrollar depresión, ya que es costumbre de estos individuos aislar salir del mundo en lugares que creen que son seguros como la habitación misma.
El tratamiento lleva tiempo, pero consigue buenos resultados, y por tanto la claustrofobia tiene el control, que solo se conseguirá si se sigue correctamente el tratamiento. Las sesiones de psicoterapia son fundamentales, ya que tienen como objetivo exponer directa o indirectamente a la persona a situaciones en las que se sienta asustado, ansioso y angustiado, haciéndole afrontar el miedo y empezar a sentirse mejor ante estas situaciones.