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La placenta previa, también conocida como placenta baja, ocurre cuando la placenta se inserta parcial o totalmente en la región inferior del útero y puede cubrir la abertura interna del cuello uterino.
Suele detectarse en el segundo trimestre del embarazo, pero esto no es un problema grave, ya que a medida que el útero crece, se desplaza hacia la parte superior permitiendo que la abertura del cuello uterino quede libre para el parto. Sin embargo, en algunos casos puede persistir, confirmándose mediante ecografía en el tercer trimestre, alrededor de las 32 semanas.
El tratamiento lo indica el obstetra, y en caso de placenta previa con poco sangrado, simplemente descanse y evite las relaciones sexuales. Sin embargo, cuando la placenta previa sangra mucho, es posible que sea necesario hospitalizarla para una evaluación fetal y materna.
Síntomas principales
Los síntomas de placenta previa son más frecuentes a partir del tercer trimestre de embarazo e incluyen sangrado vaginal, generalmente indoloro, de color rojo brillante.
Ante estos síntomas, la embarazada debe acudir de inmediato al hospital para ser examinada por el obstetra y el obstetra solicita una ecografía para comprobar la ubicación de la placenta, ya que estos síntomas pueden confundirse con el desprendimiento. Descubra cómo se desprende la placenta y qué hacer en estos casos.
El diagnóstico de placenta previa se realiza mediante un examen de ultrasonido. Cuando se encuentra una irregularidad de este tipo en la placenta al comienzo del embarazo, se denomina placenta baja y es probable que la placenta se coloque correctamente después de 30 semanas. En las mujeres embarazadas que no presentan síntomas, la placenta previa solo se descubre mediante una ecografía del tercer trimestre, que forma parte de los exámenes prenatales.
Tipos de placenta previa
Según su ubicación en el útero, la placenta previa se puede clasificar en diferentes tipos:
- Placenta previa total: la placenta cubre completamente la abertura interna del cuello uterino;
- Placenta previa parcial: la placenta cubre parcialmente la abertura interna del cuello uterino;
- Placenta previa marginal o lateral: la placenta llega a la abertura interna del cuello uterino, pero no la cubre;
- Placenta previa de implantación baja: la placenta se ubica en la parte inferior del útero, pero no llega a la abertura interna del cuello uterino.
Aunque no siempre provoca síntomas, la placenta previa puede provocar sangrado vaginal, riesgo de parto prematuro o complicaciones durante el parto. Este problema es más frecuente en mujeres embarazadas de gemelos, multíparas, que tienen cicatrices uterinas previas, que tienen más de 35 años o que han tenido placenta previa. Comprenda para qué sirve la placenta y qué problemas puede desarrollar durante el embarazo.
Como se hace el tratamiento
El tratamiento de la placenta previa debe ser guiado por el obstetra y puede realizarse en el hospital o en casa, según la edad gestacional y sangrado vaginal que tenga la gestante. Generalmente, el tratamiento implica reposo y la adopción de algunos cuidados, como:
- Evite hacer esfuerzos y estar mucho tiempo de pie, preferiblemente sentado o acostado la mayor parte del día, con las piernas elevadas;
- Dejar de trabajar, tener que quedarse en casa;
- Evite tener contacto íntimo.
Cuando el sangrado es abundante, es posible que la madre deba ser hospitalizada y recibir transfusiones de sangre o incluso una cesárea de emergencia. En casos más graves, el médico también puede recetar medicamentos para acelerar el desarrollo de los órganos del bebé, así como medicamentos para prevenir el parto prematuro y mantener el embarazo al menos hasta las 36 semanas de gestación. Consulte las principales consecuencias del parto prematuro.
Riesgos de la placenta previa.
El principal riesgo de la placenta previa es provocar un parto prematuro y sangrado, lo que dañará la salud de la madre y del bebé. Además, la placenta previa también puede causar acretismo placentario, que es cuando la placenta se adhiere a la pared del útero, lo que dificulta su salida en el momento del parto. Este empeoramiento puede provocar hemorragias que requieran transfusión de sangre y, en los casos más graves, extirpación total del útero y poner en peligro la vida de la madre. Hay 3 tipos de acretismo placentario:
- Placenta accreta: cuando la placenta se adhiere a la pared del útero de forma más ligera;
- Placenta increíble: la placenta está atrapada más profundamente que en el acreta;
- Placenta percreta: este es el caso más grave, cuando la placenta está adherida más fuerte y profundamente al útero.
El acretismo placentario es más común en mujeres que han tenido una cesárea previa debido a la placenta previa y, a menudo, su gravedad solo se conoce en el momento del parto.
Cómo es el parto en caso de placenta previa
El parto normal es seguro cuando la placenta se encuentra al menos a 2 cm de la abertura del cuello uterino. Sin embargo, en otros casos o si hay un sangrado importante, es necesario realizar una cesárea, ya que la cobertura del cuello del útero impide el paso del bebé y puede provocar sangrado en la madre durante el parto normal.
Además, puede ser necesario que el bebé nazca antes de lo previsto, ya que la placenta puede despegar demasiado pronto y afectar el suministro de oxígeno del bebé.