Contenido
La fobia social, también llamada trastorno de ansiedad social, es un trastorno psicológico en el que la persona se siente muy ansiosa en situaciones sociales normales como hablar o comer en lugares públicos, ir a lugares concurridos, ir a una fiesta o tener una entrevista. empleo, por ejemplo.
En este trastorno la persona se muestra insegura y preocupada por su desempeño o lo que puedan pensar de él, por lo que evita situaciones en las que pueda ser juzgado por otras personas. Hay dos tipos principales de esta fobia:
- Fobia social generalizada: la persona teme a casi todas las situaciones sociales, como hablar, tener citas, salir a lugares públicos, hablar, comer, escribir en público, entre otras;
- Performance o fobia social restringida: la persona tiene miedo de algunas situaciones sociales específicas que dependen de su desempeño, como hablar con muchas personas o actuar en un escenario, por ejemplo.
Este tipo de fobia se puede curar si el tratamiento se realiza correctamente y, por tanto, es recomendable consultar a un psicólogo o psiquiatra.
Síntomas principales
Los síntomas de la fobia social incluyen:
- Palpitaciones;
- Falta de aire;
- Mareo;
- Sudor;
- Visión borrosa;
- Temblores
- Tartamudeo o dificultades para hablar;
- Cara roja;
- Náuseas y vómitos;
- Olvidar qué decir o hacer.
La aparición de la fobia social es incierta y gradual, lo que dificulta que el paciente identifique cuándo comenzó el problema. Sin embargo, la mayoría de las veces ocurre en la niñez o la adolescencia.
¿Qué causa la fobia?
Las causas de la fobia social pueden estar relacionadas con:
- Experiencia previa traumatizante en público;
- Miedo a la exposición social;
- Crítica;
- Rechazo;
- Baja autoestima;
- Padres sobreprotectores;
- Pocas oportunidades sociales.
Estas situaciones disminuyen la confianza de la persona y producen una fuerte inseguridad, provocando que uno dude de su propia capacidad para realizar cualquier función en público.
Como se hace el tratamiento
El tratamiento de la fobia social suele ser guiado por un psicólogo y se inicia con la terapia cognitivo conductual, en la que la persona aprende a controlar los síntomas de la ansiedad, a desafiar los pensamientos que lo ponen ansioso, reemplazándolos por pensamientos apropiados y positivos, enfrentarse a situaciones de la vida real para superar sus miedos y practicar sus habilidades sociales como grupo.
Sin embargo, cuando la terapia no es suficiente, el psicólogo puede derivar a la persona a un psiquiatra, donde se pueden recetar medicamentos ansiolíticos o antidepresivos, que ayudarán a obtener mejores resultados. Sin embargo, lo ideal es siempre intentar la terapia con el psicólogo antes de optar por el uso de medicamentos.