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La hepatitis autoinmune es una enfermedad que provoca una inflamación crónica del hígado debido a un cambio en el sistema inmunológico, que comienza a reconocer sus propias células como extrañas y las ataca, provocando una disminución de la función hepática y la aparición de síntomas como dolor abdominal, piel amarillenta. y fuertes náuseas.
La hepatitis autoinmune suele aparecer antes de los 30 años y es más común en mujeres. La causa exacta de la aparición de esta enfermedad, que probablemente esté relacionada con alteraciones genéticas, aún no se conoce, pero hay que recordar que no es una enfermedad contagiosa y, por tanto, no se puede transmitir de una persona a otra.
Además, la hepatitis autoinmune se puede dividir en tres subtipos:
Aunque no existe cura, la hepatitis autoinmune se puede controlar muy bien con el tratamiento, el cual se realiza con medicamentos para controlar la inmunidad, como Prednisona y Azatioprina, además de una dieta balanceada, rica en frutas, verduras y cereales, estando indicada, evitando consumo de alcohol, grasas, exceso de conservantes y pesticidas. La cirugía o el trasplante de hígado solo está indicado en casos muy graves.
Síntomas principales
Los síntomas de la hepatitis autoinmune suelen ser inespecíficos y el cuadro clínico puede variar desde un paciente asintomático hasta la aparición de insuficiencia hepática. Así, los principales signos y síntomas que pueden indicar hepatitis autoinmune son:
- Cansancio excesivo;
- Pérdida de apetito;
- Dolor muscular;
- Dolor abdominal constante;
- Náuseas y vómitos;
- Piel y ojos amarillos, también llamada ictericia;
- Picazón leve en el cuerpo;
- Dolor en las articulaciones;
- Vientre hinchado.
Por lo general, la enfermedad comienza gradualmente, progresando lentamente de semanas a meses hasta que conduce a fibrosis del hígado y pérdida de la función si la enfermedad no se identifica y trata. Sin embargo, en algunos casos, la enfermedad puede empeorar rápidamente, denominándose hepatitis fulminante, que es extremadamente grave y puede provocar la muerte. Sepa qué es y cuáles son los peligros de la hepatitis fulminante.
Además, en una pequeña cantidad de casos, la enfermedad puede no causar síntomas, descubriéndose en pruebas de rutina, que muestran un aumento de las enzimas hepáticas. Es importante que el diagnóstico se realice de forma precoz para que el médico pueda establecer pronto el tratamiento, pudiendo evitar complicaciones, como cirrosis, ascitis y encefalopatía hepática.
Hepatitis autoinmune en el embarazo
Los síntomas de la hepatitis autoinmune en el embarazo son los mismos que los de la enfermedad fuera de este período y es importante que la mujer esté acompañada por el obstetra para comprobar que no existen riesgos tanto para ella como para el bebé, lo cual es raro cuando la enfermedad aún se encuentra. en una etapa temprana.
En las mujeres embarazadas que tienen la enfermedad más desarrollada y tienen cirrosis como complicación, el seguimiento se vuelve más importante, ya que existe un mayor riesgo de parto prematuro, bajo peso al nacer y necesidad de cesárea. Por ello, es importante que el obstetra indique el mejor tratamiento, que suele hacerse con un corticoide, como la prednisona.
Como confirmar
El diagnóstico de hepatitis autoinmune se realiza valorando los signos y síntomas que presenta la persona y el resultado de las pruebas de laboratorio que debe solicitar el médico. Una de las pruebas que confirma el diagnóstico de hepatitis autoinmune es una biopsia de hígado, en la que se recolecta un fragmento de este órgano y se envía al laboratorio para observar cambios en el tejido que indiquen hepatitis autoinmune.
Además, el médico puede ordenar la medición de enzimas hepáticas, como TGO, TGP y fosfatasa alcalina, además de la medición de inmunoglobulinas, anticuerpos y serología para los virus de la hepatitis A, B y C.
Los hábitos de vida de la persona, como el consumo excesivo de alcohol y el uso de fármacos tóxicos para el hígado, también se tienen en cuenta en el momento del diagnóstico, lo que permite excluir otras causas de problemas hepáticos.
Como se hace el tratamiento
El tratamiento para la hepatitis autoinmune está indicado por el hepatólogo o gastroenterólogo, y se inicia con el uso de corticoides, como prednisona, o inmunosupresores, como azatioprina, que reducen la inflamación aguda del hígado manteniéndola bajo control a lo largo de los años, y se puede hacer en casa. En algunos casos, especialmente en pacientes jóvenes, se puede recomendar el uso de la combinación de prednisona con azatioprina para reducir los efectos secundarios.
Además, se recomienda que los pacientes con hepatitis autoinmune consuman una dieta variada y equilibrada, evitando beber alcohol o ingerir alimentos muy grasos, como embutidos y snacks.
En los casos más graves, en los que no es posible controlar la inflamación con el uso de fármacos, se puede utilizar la cirugía de trasplante de hígado, que consiste en sustituir el hígado enfermo por uno sano. Sin embargo, como la hepatitis autoinmune está relacionada con el sistema inmunológico y no con el hígado, después del trasplante es posible que la enfermedad se desarrolle nuevamente.