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La linfocitosis es una situación que ocurre cuando la cantidad de linfocitos, también llamados glóbulos blancos, está por encima de lo normal en la sangre. La cantidad de linfocitos en sangre se indica en una parte específica del CBC, el WBC, considerándose linfocitosis cuando se controlan más de 5000 linfocitos por mm³ de sangre.
Es importante recordar que este resultado se clasifica como recuento absoluto, porque cuando el resultado del examen aparece linfocitos por encima del 50% se llama recuento relativo, y estos valores pueden variar según el laboratorio.
Los linfocitos son células encargadas de la defensa del organismo, por lo que cuando se agrandan suele significar que el organismo está reaccionando a algún microorganismo, como bacterias, virus, pero también pueden incrementarse cuando existe un problema en la producción de estas células. Obtenga más información sobre los linfocitos.
Principales causas de linfocitosis.
La linfocitosis se verifica mediante el hemograma completo, más concretamente en el recuento leucocitario, que es la parte del hemograma que contiene información relacionada con los leucocitos, que son las células responsables de la defensa del organismo, como linfocitos, leucocitos, monocitos, eosinófilos. y basófilos.
La evaluación de la cantidad de linfocitos circulantes debe ser evaluada por el hematólogo, el médico de cabecera o el médico que ordenó el examen. El aumento del número de linfocitos puede tener varias causas, siendo las principales:
1. Mononucleosis
La mononucleosis, también conocida como enfermedad del beso, es causada por el virus.Epstein-Barr que se transmite por la saliva al besar, pero también al toser, estornudar o compartir cubiertos y vasos. Los principales síntomas son manchas rojas en el cuerpo, fiebre alta, dolor de cabeza, agua en el cuello y axilas, dolor de garganta, placas blanquecinas en la boca y cansancio físico.
Como los linfocitos actúan en la defensa del organismo, es normal que estén elevados, y también es posible verificar otros cambios en el hemograma, como la presencia de linfocitos y monocitos atípicos, además de cambios en las pruebas bioquímicas, principalmente Proteína C-Reactiva, PCR.
Qué hacer: Generalmente esta enfermedad es eliminada de forma natural por las células de defensa del propio organismo y puede durar de 4 a 6 semanas. Sin embargo, el médico general puede prescribir el uso de algunos medicamentos para aliviar los síntomas, como analgésicos y antipiréticos para bajar la fiebre y antiinflamatorios para reducir el dolor. Descubra cómo se trata la mononucleosis.
2. Tuberculosis
La tuberculosis es una enfermedad que llega a los pulmones, se transmite de persona a persona y es causada por una bacteria conocida como bacilo de Koch (BK). A menudo, la enfermedad permanece inactiva, pero cuando está activa provoca síntomas como tos con sangre y flema, sudor nocturno, fiebre, pérdida de peso y apetito.
Además de los linfocitos altos, el médico también puede ver un aumento de los monocitos, llamado monocitosis, además de un aumento de los neutrófilos. En caso de que la persona presente síntomas de tuberculosis y cambios sugestivos en el hemograma, el médico puede solicitar un examen específico para tuberculosis, llamado PPD, en el que la persona recibe una pequeña inyección de la proteína presente en la bacteria que causa la tuberculosis y la El resultado depende del tamaño de la reacción cutánea causada por esta inyección. Vea cómo comprender el examen PPD.
Qué hacer: El tratamiento debe ser establecido por el neumólogo o la enfermedad infecciosa, y la persona debe ser monitoreada regularmente. El tratamiento para la tuberculosis dura alrededor de 6 meses y se realiza con antibióticos que se deben tomar aunque los síntomas desaparezcan. Porque incluso en ausencia de síntomas, la bacteria aún puede estar presente y si se interrumpe el tratamiento, puede volver a proliferar y traer consecuencias a la persona.
El seguimiento del paciente con tuberculosis debe realizarse de forma periódica con el fin de comprobar si aún quedan bacilos de Koch, siendo necesario para que la persona realice el examen de esputo, recomendándose la recogida de al menos 2 muestras.
3. Sarampión
El sarampión es una enfermedad infecciosa causada por un virus que afecta principalmente a niños de hasta 1 año. Esta enfermedad se considera altamente contagiosa, ya que puede transmitirse fácilmente de persona a persona a través de gotitas liberadas al toser y estornudar. Es una enfermedad que ataca el sistema respiratorio, pero puede extenderse por todo el cuerpo provocando síntomas como manchas rojas en la piel y la garganta, ojos rojos, tos y fiebre. Sepa cómo reconocer los síntomas del sarampión.
Además de los linfocitos elevados, el médico de cabecera o pediatra puede comprobar otros cambios en el hemograma y en las pruebas inmunológicas y bioquímicas, como el aumento de PCR, que indica la aparición de un proceso infeccioso.
Qué hacer: Debe consultar a su médico de cabecera o pediatra tan pronto como aparezcan los síntomas, porque aunque no exista un tratamiento específico para el sarampión, el médico le recomendará medicamentos que alivien los síntomas. La vacunación es la mejor forma de prevenir el sarampión y está indicada para niños y adultos y la vacuna está disponible de forma gratuita en los centros de salud.
4. Hepatitis
La hepatitis es una inflamación del hígado provocada por distintos tipos de virus o incluso provocada por el uso de determinados medicamentos, fármacos o ingestión de toxinas. Los principales síntomas de la hepatitis son piel y ojos amarillentos, pérdida de peso y apetito, hinchazón del lado derecho del abdomen, orina oscura y fiebre. La hepatitis se puede transmitir al compartir agujas contaminadas, sexo sin protección, agua y alimentos contaminados con heces y al contacto con la sangre de una persona infectada.
Como la hepatitis es causada por virus, su presencia en el organismo estimula el funcionamiento del sistema inmunológico, con un aumento del número de linfocitos. Además de los cambios en el recuento leucocitario y hematológico, que suele indicar anemia, el médico también debe evaluar la función hepática mediante pruebas como TGO, TGP y bilirrubina, además de pruebas serológicas para identificar el virus de la hepatitis.
Qué hacer: El tratamiento para la hepatitis se realiza de acuerdo a la causa, sin embargo si es causada por un virus, el infectólogo, hepatólogo o médico de cabecera puede recomendar el uso de antivirales, reposo y aumento de la ingesta de líquidos. En el caso de hepatitis medicada, el médico debe recomendar un reemplazo o suspensión del medicamento responsable del daño hepático. Conoce el tratamiento para cada tipo de hepatitis.
5. Leucemia linfocítica aguda
La leucemia linfocítica aguda (LLA) es un tipo de cáncer que surge en la médula ósea, que es el órgano responsable de la producción de células sanguíneas. Este tipo de leucemia se denomina aguda porque los linfocitos recién fabricados en la médula ósea se encuentran circulando en la sangre, sin haber pasado por un proceso de maduración, por lo que se denominan linfocitos inmaduros.
Como los linfocitos circulantes son incapaces de realizar su función correctamente, existe una mayor producción de linfocitos por parte de la médula ósea en un intento de compensar esta deficiencia, que da lugar a linfocitosis, además de otros cambios en el recuento sanguíneo, como la trombocitopenia, que es la disminución de recuento de plaquetas.
Es el tipo de cáncer más común en la infancia, con muchas posibilidades de curación, pero también puede ocurrir en adultos. TODOS los síntomas son piel pálida, sangrado por la nariz, hematomas en los brazos, piernas y ojos, agua en el cuello, ingle y axilas, dolor de huesos, fiebre, dificultad para respirar y debilidad.
Qué hacer: Es importante acudir al pediatra o al médico de cabecera tan pronto como aparezcan los primeros signos y síntomas de leucemia, para que la persona pueda ser referida al hematólogo de inmediato para que se puedan realizar pruebas más específicas y se pueda confirmar el diagnóstico. En la mayoría de los casos, el tratamiento de la LLA se realiza con quimioterapia y radioterapia y, en algunos casos, se recomienda el trasplante de médula ósea. Vea cómo se realiza el trasplante de médula ósea.
6. Leucemia linfocítica crónica
La leucemia linfocítica crónica (LLC) es un tipo de enfermedad maligna o cáncer que se desarrolla en la médula ósea. Se llama crónica porque se puede ver circulando en la sangre tanto linfocitos maduros como inmaduros. Esta enfermedad suele desarrollarse lentamente y los síntomas son más difíciles de notar.
A menudo, la CLL no causa síntomas, pero pueden surgir en algunos casos, como hinchazón de axilas, ingles o cuello, sudores nocturnos, dolor en el lado izquierdo del abdomen causado por agrandamiento del bazo y fiebre. Es una enfermedad que afecta principalmente a personas mayores y mujeres mayores de 70 años.
Qué hacer: Es esencial una evaluación por parte de un médico general y, en los casos en que se confirma la enfermedad, se requiere la derivación a un hematólogo. El hematólogo confirmará la enfermedad mediante otras pruebas, incluida una biopsia de médula ósea. En el caso de la confirmación de la LLC, el médico indica el inicio del tratamiento, que generalmente consiste en quimioterapia y trasplante de médula ósea.
7. Linfoma
El linfoma también es un tipo de cáncer que surge de los linfocitos enfermos y puede afectar cualquier parte del sistema linfático, pero generalmente afecta el bazo, el timo, las amígdalas y la lengua. Existen más de 40 tipos de linfomas, pero los más comunes son el linfoma de Hodgkin y el no Hodgkin, siendo los síntomas muy similares entre ellos como bultos en el cuello, ingle, clavícula, abdomen y axila, además de fiebre, sudor durante la noche, pérdida de peso sin causa aparente, dificultad para respirar y tos.
Qué hacer: Ante la aparición de los síntomas se recomienda acudir a un médico generalista que lo derivará a un oncólogo o hematólogo que ordenará otras pruebas, además del hemograma, para confirmar la enfermedad. El tratamiento solo estará indicado después de que el médico haya definido el grado de la enfermedad, pero generalmente se realizan quimioterapia, radioterapia y trasplante de médula ósea.